Quiero aprender Educación y religión Poesía sobre los objetos La poesía de las cosas cotidianas Share PINTEREST Email Mike Kemp/Getty Images Quiero aprender Finanzas y negocios Educación y religión Tecnología By Andrea Cote Botero Updated November 01, 2019 Hay días en que los relojes, las tazas, los sombreros o las llaves son simplemente objetos cotidianos, pobladores imprecisos de las casas, que se llevan con descuido de un lado a otro de los cuartos. Pero hay también cuando esos mismos enseres habituales se cubren de importancia inesperada y pueden suscitar revelaciones que les convierten en tema de un poema. La poesía sobre objetos cotidianos es una de las formas que el poeta tiene de desprender sentidos trascendentes desde su realidad más inmediata. No hablo de baúles misteriosos, antiguos medallones o estatuillas de precio incalculable; hablo de las cosas más comunes y anodinas, aquellas sobre las que nadie piensa mucho: tiliches, utensilios, cosas de la vida diaria que terminan siendo de repente una especie de lado visible del espíritu. Del amor por las cosas que tenía el poeta chileno Pablo Neruda nos quedan varios versos, entre ellos, por ejemplo, el poema: Oda a los Calcetines, donde Neruda logra, a partir de un motivo tan trivial, escribir un texto que, escapando de las frases obvias, nos habla del tiempo y del amor. Fragmento de Oda a los Calcetines de Pablo Neruda "Resistí la tentaciónaguda de guardarlos como los colegialespreservan las luciérnagas,como los eruditos coleccionandocumentos sagrados,resistí el impulso furioso de ponerlasen una jaula de oro y darles cadadía alpiste y pulpa de melón rosado.Como descubridores que en la selvaentregan el rarísimo venado verdeal asador y se lo comen con remordimiento,estiré los pies y me enfundélos bellos calcetines, y luego los zapatos.Y es esta la moral de mi Oda:Dos veces es belleza la belleza,y lo que es bueno es doblemente bueno,cuando se trata de dos calcetinesde lana en el invierno." También el poeta Jorge Luis Borges escribió sobre la persistencia de los objetos que nos sirven con ciega lealtad, nuestras cosas que se quedan en el mundo cuando el resto de nosotros falta: "¡Cuántas cosas,/ limas, umbrales, atlas, copas, clavos,/ nos sirven como tácitos esclavos,/ ciegas y extrañamente sigilosas!/ Durarán más allá de nuestro olvido;/no sabrán nunca que nos hemos ido." A esta misma imagen se refiere el cubano Eliseo Diego en su poema Las Herramientas todas del hombre donde la persistencia del objeto revela lo efímero del hombre: Fragmento de Las Herramientas todas del hombre Eliseo Diego "Estas son las navajas de filo exacto con que se afeita el tiempo.Y estas tijeras para cortar los paños,para cortar los hipogrifos y las floresy cortar las máscaras y todas las tramas y, en fin,para cortar la vida misma del hombre, que es un hilo.Estas son las sierras y serruchos—también cuchillos, sin duda, pero imaginadosde tal modo que los propios defectos del borde sirvan al propósito.Y esta es una cuchara que alude a los principios y a las postrimeríasy en resumenal incalificable desvalimiento del hombre." También Antonio Machado, el poeta español, describió en Las Moscas la manera en que la realidad más común, aquella que de tan presente se nos hace imperceptible, es la que consigo lleva la cifra de lo que ha tenido lugar, pues incluso en las "vulgares moscas" puede el de mirada atenta abrir la puerta más distante del olvido. Fragmento de Las Moscas de Antonio Machado "Y en la aborrecida escuelaraudas moscas divertidas,perseguidas, perseguidas,por amor de lo que vuela.Yo sé que os habéis posadosobre el juguete encantado,sobre el librote cerrado,sobre la carta de amor,sobre los párpados yertosde los muertos.Inevitables golosas,que ni labráis como abejasni brilláis cual mariposas,pequeñitas, revoltosas,vosotras amigas viejas,me evocáis todas las cosas." Estos poetas, entre muchos otros, eligen las cosas cotidianas como tema del poema, quizás porque de esa forma logran desligarse de los motivos más tradicionales de la poesía. En cualquier caso, un pincel, un reloj o incluso los juguetes de la infancia son susceptibles de hablar de asuntos trascendentes como si nuestras cosas personales de repente fueran las ruinas del deseo, del tiempo o del amor. Es por eso que el que haya poesía de lo simple no es nada más que una prueba, bastante clara, de que el poeta no precisa de sucesos especiales para escribir, basta una leve alteración de los sentidos o la costumbre de vivir atento pues, como afirmaba Federico García Lorca: "la poesía es el misterio que hay en las cosas y todas las cosas tienen su misterio" Más versos a los objetos cotidianos Guitarra La guitarra es un pozocon viento en vez de agua Gerardo Diego Reloj Quirópterode una paciencia extraordinariano exenta de crueldad,sobre todocon los ajedrecistas y lo novios. Eliseo Diego Oda a las Cosas los abanicos encuyos plumajesdesvaneció el amorsus azahares,las copas, los cuchillos,las tijeras,todo tieneen el mango, en el contorno,la huellade unos dedos,de una remota manoperdidaen lo más olvidado del olvido. Pablo Neruda Las cosas mi armario se estremece si lo abro y me asomo,las sábanas son sábanas cuando me echo sobre ellasy la cama se queja cuando yo me levanto.Qué será de las cosas cuando el hombre se acabe?Como perros las cosas no existen sin el amo. Gloria Fuertes Objetos y apariciones Monumentos a cada momentohechos con los desechos de cada momento:jaulas de infinito.Canicas, botones, dedales, dados,alfileres, timbres, cuentas de vidrio:cuentos del tiempo. Octavio Paz Balada para mis juguetes Han pasado calendariosy se han despoblado los minutos de mi viday aquellos amigos a quienes di un nombre y una historia,ciudadanos de mi cuartono sobrevivieron a mis guerras.Ahora—en tiempos del deshielo—cuando la infancia y la muerteme juegan a los dados con mis manospido asilo entre mis juguetesaunque sea ya un extranjeroen ese país de luces y fantasmas. Federico Díaz Granados Amanecer El radio de acciónde la escobaintenta en vano alejarde las plazas sucesivaseste cerco de blancura irremediable Ramón Cote Baraibar Reloj de arena juegaa llenarse de luza vaciarse de sombraNosotros le damos vueltajugamos a no perdernos:nos vaciarnos de luznos llenarnos de sombra. Jorge Cadavid Muerte sin fin No obstante—oh paradoja—constreñidapor el rigor del vaso que la aclara,el agua toma forma.En él se asienta, ahonda y edifica,cumple una edad amarga de silenciosy un reposo gentil de muerte niña,sonriente, que desfloraun más allá de pájarosen desbandada.En la red de cristal que la estrangula,allí, como en el agua de un espejo,se reconoce;atada allí, gota a gota,marchito el tropo de espuma en la garganta,¡qué desnudez de agua tan intensa,qué agua tan agua,está en su orbe tornasol soñando,cantando ya una sed de hielo justo!¡Mas qué vaso—también—más providenteéste que así se hinchecomo una estrella en grano,que así, en heroica promisión, se enciendecomo un seno habitado por la dicha,y rinda así, puntual,una rotunda florde transparencia al agua,un ojo proyectil que cobra alturasy una ventana a gritos luminosossobre esa libertad enardecidaque se agobia de cándidas prisiones! José Gorostiza